Presentación exposición Sala arte Storskolan Lärkesholm -Konstrundan Nördvästra Scåne- Suecia (2011)

-¿En qué lado del espejo estamos?- parece preguntarse el artista, el escritor, el amigo.

En esa eterna conversación que Juan Benítez, el pintor, mantiene consigo mismo, ha conseguido alcanzar un fructífero acuerdo de colaboración con su alter ego, el poeta. Han decidido dejar de trabajar en paralelo, tal y como venían haciendo durante los últimos años. Hasta el momento, era el escritor el que, a veces, complementaba la obra plástica con sus palabras, pero ha decidido rebelarse. Se han fundido en uno solo. Ya no sabemos cuál es la imagen y cuál el reflejo, cuál el Yin o el Yang. Sin esta simbiosis no se podría entender “Realidades y sueños”, a mi juicio, su obra más compacta, la más coherente. “Converso con el hombre que siempre va conmigo” dejó escrito Antonio Machado. Juan, no sólo conversa, sino que ha llegado a un convenio con el hombre que va consigo.

Este pacto, producto de aquella charla íntima, probablemente se fraguó mientras concluía su última serie (cuando un escarabajo de oro se cruzó en su vida). Como resultado aparece un artista aún más sereno, en plena madurez creativa, que no requiere de juegos malabares para alcanzar su objetivo, que, con la precisión y la belleza del calígrafo japonés, ilustra sus pensamientos, nos hace preguntas y, lo que es más importante, provoca que nosotros también nos las hagamos. Por otro lado, se asoma un poeta inquieto, que apuesta por la palabra como co-protagonista y que se nos presenta con un hermoso soneto como tarjeta de visita. Toda una declaración de intenciones del escritor, que se abre hueco en el cuadro para quedarse. Para que, sin dejar de ser complemento, sea complementado, también, por el ilustrador.

En la paz de los bosques de Escania un lago decide en qué parte del espejo quiere estar, una cueva blanca puede mostrarnos el camino a casa o llenarnos de incertidumbre, acaso sea, sólo, el preludio de una puesta de sol. Los caprichos de la naturaleza se antojan aún más volubles a ojos del artista. El poeta sueña, el pintor narra esos sueños con la pausa justa, consciente del significado del relato ¿o es al revés?

La obra “sueca” de Juan Benítez, es una evolución lógica al camino que inició en aquel pueblo blanco Andaluz en el que, hace años, tuve la suerte de encontrar al artista, al escritor, al Amigo. No renuncia a los valores constantes de su carrera, su pasión por la naturaleza, una inquietud casi matemática por la forma y su simbolismo. Pero es también una respuesta a su búsqueda tenaz de lo espiritual, de lo interior. No es una respuesta definitiva, sino una llave para encontrar nuevas preguntas. Las que veremos plasmadas en sus próximos trabajos. Por ahora nos recreamos en la contemplación de “Realidades y sueños”. Seguro que disfrutáis de este viaje a través del espejo.


Uppsala (Suecia), 13 de marzo de 2011

Gonzalo Monserrate Novis

Pintor, músico, amigo


Presentación Exposición Casa de la cultura de Örkelljunga. Suecia (2010)

UNA SUGESTIVA POESIA VISUAL – JUAN BENITEZ JAMCHEN

Este multi-artista nació en el año 1967 en Málaga, y llegó a Suecia en agosto seducido por su mujer de Escania y los paisajes escanianos, los cuales les hicieron sentir rápidamente como en casa. En su bagaje Juan Benítez traía una formación sólida, principalmente en el ámbito de la pintura, y se despidió de su tierra con una exposición mayor en la universidad de Málaga - la”Malagas vinstänkta redd” en palabras de Karlfeldt (poeta sueco)- y además con un ensayo estético, “Estética de la indeterminabilidad”. Hasta aquellos momentos, también había representado sus visiones de arte en dos novelas, y sobre todo, ilustrado en series sus propios poemas. Existen relaciones evidentes entre sus pinturas, porque él es distintivamente pintor, y sus ensayos y poesías, que se inspiran y se acompañan.

Una vez enSuecia (Örkelljunga) no tardó en realizar su primera exposición individual, en octubre del 2009 en la Galeria SolLång en Magnarp. Este estreno significó éxito inmediato: fue recibido como un renovador en el escenario de arte de Escania, por uno de los mejores, tal vez el más supremo, de los críticos de arte del país; Britte Montigny (Skånska Dagbladet 24/10 2009). Esta historiadora de arte, con su sólida perspectiva internacional, quedó muy impresionada por “la calma contemplativa que transmiten las pinturas”. Y no se puede evitar estar de acuerdo con la opinión de ella; de cómo ella percibe y experimenta la diversidad de las pinturas de Juan Benítez y sus contemplaciones filosófica-poéticas.

”Con poética suave lleva a sus espectadores a mundos ligeramente estilizados, semi-surreales, medio-exóticos, que llevan los pensamientos a los paisajes de la India del norte y de Nepal con las llanuras desérticas, kakis florecientes solitarios, frondosas montañas de verde y budas azules flotando. En sus pinturas el pintor deja que sus reflexiones sobre los elementos y estructuras básicas de la existencia cojan una forma visible. ”

Juan Benítez Jamchen, en todo lo que hace, es un buscador de formas nuevas y un incansable explorador de la condición y la psique humanas; lo que conlleva una enorme envergadura entre sus pinturas muy plásticas, figurativas y, a veces, fuertemente geometrizantes y sus visiones impresionistas. Este planeo entre lo oscuro interior y lo luminoso exterior, entre las perspectivas interiores de formas sostenidas y los espejismos especulativos, predominan también en sus poemas y sus reflexiones filosóficas. Se observa en seguida cómo las interiores visiones de sueño y las exteriores impresiones sensoriales se fertilizan mutuamente. Los poemas se perciben tanto como ilustraciones de las pinturas como inspiración para las mismas. Así de concentradamente lirico suena en el poema “Despierto”, poema que podría constituir el acompañamiento para muchas pinturas:

Cuando el día es noche

quiere la noche ser día.

Las horas se pierden en la penumbra

y yo despierto, sin querer, en la oscuridad.


HELMER LÅNG

Catedrático de literatura Universidad de Lund, poeta, escritor y académico (Real Academia Sueca de Escania)

Presentación: Vacío es color, Sla Rectorado Universidad de Málaga. (2009)

Tal vez un día logre descubrir el secreto, y llegue a saber lo que esconden las cajas que Juan Antonio Benítez muestra en alguno de sus cuadros. Al contemplarlas he llegado a pensar que era el mismo secreto que Antoine de Saint Éxupery reveló al Principito, y que, dentro de ellas, cada uno pueda encontrar lo que de verdad desee. Sería hermoso. Siempre contemplé a ambos como dos soñadores porque, cada uno desde su propio tiempo, ha sido capaz de elevarnos sobre lo cotidiano. Saint Éxupery, volando en plena noche sobre el desierto, escribía que lo esencial era invisible a los ojos y que sólo podía verse bien con los ojos del corazón. Y Juan Antonio, mientras imagina a plena luz del día, ha logrado que soñemos la vida con otros ojos; ha conseguido que lo que parecía invisible se convirtiera en evidente. Un día me lo avisó: te sorprenderás de lo que eres capaz de percibir. Fue entonces cuando comprendí al pintor que logra escribir sus pensamientos y luego los va dejando en libertad para que cada uno encuentre el color de su propia estación; para que cada uno encuentre, o no, su deseo; para que cada cual decida si quiere ser todo o nada o ninguna de las dos cosas, pero a condición de que en el camino, sea quien sea y elija lo que elija, no olvide vivir, porque en el vivir, como en sus cajas, no tienen cabida las ausencias.
La obra de Juan Benítez es una búsqueda sin fin; una búsqueda para comprenderse a sí mismo; para comprender, incluso aquello que no se es. Una búsqueda que llega a ser un esfuerzo intenso, envolvente, total, mediante la reflexión, la contemplación, la expresión pictórica. Es una obra que refleja su presencia en los escenarios en los que vive, en los que siente; en los que, sencillamente, seguirá siendo.
Juan Benítez busca la Nada en los desolados paisajes nórdicos; y termina encontrándola, rotunda, llena de sí misma y de color. Pero a pesar de todo, seguirá buscándola en los montes del sur, los del Mediterráneo andaluz, y después en los cantábricos…
En esa busca, la plástica será para él mucho más que una forma de expresión; la convertirá en la gran herramienta de su pensamiento hacia la representación completa de la imagen: no sólo lo que se ve, sino también lo que se huele o se toca; lo que se siente; lo que impresiona. Todo lo que, en definitiva, sobrepasa la capacidad de las palabras para expresar sentimientos.
Al final es la vida la que nunca ha dejado de brotar desde sus lienzos. Lo hace con toda la intensidad de los elementos que estaban en el origen del mundo: agua, fuego, aire, cielo, tierra; eternos acompañantes, de la noche al día. Ahora, con toda la fuerza de un nuevo año, la obra de Juan Antonio llega a nuestra Universidad. Es invierno en el sur, invierno cálido en la ciudad que acoge sus paraísos meditados; invierno que aquí espera siempre los almendros. En la obra de Juan Antonio, el verde también espera paciente su respiro. Es nuestro sur, el sur que invita a meditar en su lienzo, el mar al fondo, el olivo al lado. El olivo, el padre, el árbol que aquí representa la sabiduría y lo eterno. Meditemos junto al pintor. Será una suerte dejarnos llevar de la mano de sus pinceles, como en una búsqueda eterna del color que su prosa elige. No importará el camino, porque en su pensamiento, en su arte, los caminos nunca obligan; rasgan la oscuridad del lienzo, insinúan ese cielo claro que regala esperanza; orientan, enseñan a ver aquello que hasta ahora no estaba descubierto. Sólo cuando el sabio llega a la meta es cuando en realidad empieza algo, decían los filósofos. Hoy, la obra de Juan Antonio llega a la Universidad de Málaga. Démosle la bienvenida. En sus cuadros, el fin se hace principio; tal vez ahí siga, escondido, su secreto. Su búsqueda soñada.

Miguel de Aguilera.
Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad.
Director General de Comunicación e Información.
Universidad de Málaga.

Caja y árbol

Prólogo libro Caja y árbol
Aprovecho esta serie de pinturas que presenta Juan para decir algunas palabras sobre el trabajo del amigo pintor.
Con sus pinturas cercanas a la naturaleza, ricas en contenido y expresión, reflexiona acerca del mundo, del tiempo y el espacio en que habitamos. Todo ello sin menoscabo de la belleza formal con que produce cada uno de los lienzos.
Como un objeto arquitectónico, cada pintura consta de un cuerpo, de un espacio bien definido, y de una piel, cuya última capa, maquillaje cercano al mundo exterior, es la envoltura del objeto.
A diferencia del modelo arquitectónico, el cuerpo de la pintura de Juan es invisible. Pero si nos detenemos en cada uno de sus pinturas, descubriremos que ese cuerpo invisible emite un mensaje poético que nos lleva a disfrutar y emocionarnos.
El contenido de su obra nos habla también del espíritu transversal, que investiga y analiza otras formas de expresión y disciplinas (literatura, arquitectura o poesía) extrayendo ricas aportaciones que traslada a su pintura.
Tiene un claro compromiso con el aspecto fenomenológico del arte, que se evidencia si observamos la forma en que expresa, con pocas líneas y manchas, los objetos “naturales”: casa, árbol. El resultado confiere un carácter “esencial” a lo que podía haberse quedado en fenomenología de la anécdota.
Como observador de la obra de Juan y partícipe de largas conversaciones con él, me gusta cómo se posiciona ante el mundo y los comportamientos humanos para defender su propia existencia y la de su entorno natural inmediato. Esa actitud le permite disolver límites entre el arte y la vida.
Su arte es claro, limpio, austero. En gran medida refleja la manera en que resuelve las contradicciones vitales y culturales que a todos nos asaltan. El resultado de sus propias “largas batallas”, que le llevan a establecer verdaderas conclusiones, se manifiesta en ideas que escribe y dibuja, escribe y pinta, pinta y escribe, dibuja y escribe…
Hay algo del arte de Juan que seduce especialmente: es que, como los buenos edificios, tiene un aire de indeterminación. Él podría estar pintando cada cuadro hasta el infinito, pero hay un momento preciso en que lo finaliza con un gesto y lo deja abierto para que pueda llegar el próximo, cuando las reflexiones y los sentimientos lo empujen a su representación.
Para finalizar, quiero repetir que, como la buena arquitectura, la obra de Juan es corporal. Y que a través de esa corporeidad invisible nos sentimos participes de cada escena de los cuadros, formamos parte de ellos (tiempo y espacio, estaciones, lugares, territorios de la mente y naturales, espacio para el encuentro y reconciliación con nuestro entorno y nuestra especie) porque pertenecemos a ese mundo que nos describe con lenguaje bello y claro.
Gracias Juan.

Eduardo Rojas Moyano.
Doctor en arquitectura
Profesor de la Escuela de Arquitectura de Málaga
Invitación y Prólogo libro Caja y árbol

Nos empeñamos en el artificio con el mismo afán con el que se nos va la vida. Ideamos el artefacto con el mismo empeño que la naturaleza dispone de su caos organizado. Al fin quedamos ensimismados ante la propia naturaleza, es más, naturalidad con la que lo artificial entra en el entramado de este mundo natural al que el propio hombre pertenece y se esfuerza por entender. ¿Dónde queda la frontera?
Las propuestas varias y sabias, desde la contundencia de "la apariencia" de T.Adorno, hasta "el utilitarismo" de Dewey, pasanpor aceptar a propia naturaleza de la que estamos constituidos, pero afortunadamente dejan resquicios para sequir en la perturbación de la existencia y la relación con el entorno.
Cómo no compartir entonces la relexión plástica de Juan Benítez; en la búsqueda de la frontera, en la búsqueda del equilibrio en lo natural y lo artificial, en la mano que hace y la mano que destruye.
Quizá haya metafísica o quizá no, quizá haya pragmatismo o quizá no, pero en esta serie de cuadros, que en sí mismos representan artificio pictórico, existe la conciencia de ser en el mundo advirtiendo de sus consecuencias.
Buscando el conocimiento y dando pleitesía a la belleza es como nos llega el trabajo de Juan y es como lo transmitimos. Interpelen si ha lugar.

Alfonso González Galero
Director Galería Catarsis, Madrid


Presentación Mentes cardinales


Contemplar cada cuadro de Juan Benítez nos otorga el placer de trascender a través de los sentidos.
El color nos transporta y busca la forma de donde emerge un espacio: cielo, campo, un lugar habitado o por habitar…depende del deseo.
La composición, que estando formada por las coordenadas entre el suave movimiento del libre albedrío y el orden establecido, limita el espacio estructurado y vital del asentamiento.
Hay una inquietud, un camino en silencio hacia el vacío que muestra al incansable viajero, los parámetros del espacio y el tiempo, donde el ritmo, la forma y el color, son su brújula.
A veces, es un árbol que entre ocres, verdes y azules encuentra con el roce de la tierra, en el agua y la luz, el alimento que le da vida.
El viento sin forma ninguna y dando oportunidad a la música entre grises y plateados contornos trae aromas de otro lugar que nos devuelven el recuerdo de cuando quizás fuéramos otra existencia.
Quietud y movimiento nos dan eternidad al instante; ese instante que nos permite ocupar en ausencia de forma y pensamiento, la Nada. La Nada que nos hace tomar conciencia de que somos esencia contenida de nuestra existencia.
Paisajes inventados o vividos. No importa; en todo caso son transitados sin rumbo aparente pero que en el sueño, encuentra el autor la orientación precisa de su destino.
Pintor, poeta, pensador, Juan Benítez nos desvela su alma creadora de mundos donde no existen los mapas sino un lenguaje cargado de imágenes que como espejismos nos orientan a un mundo interior en el que se desdibujan las formas y se adueña el silencio.
La obra de Juan, tiene siempre un contenido poético y didáctico en el que la simplicidad de sus figuras nos invita a un universo de mundos sutiles. En la contemplación de estos mundos, el sueño se hace profundo y el espectador analiza, descubre, siente y desprendiéndose de cualquier pensamiento accede y forma parte de un universo donde los sentidos también disipados recobran la memoria de otros lugares vividos.
En su compromiso con el arte, el autor, entusiasta de la belleza, adquiere ante la vida una actitud de autentica conexión con la Naturaleza que le ayuda a relativizar en su rutina, nuestro ruidoso mundo occidental.
Su espíritu conciliador con el ser humano al que analiza y es consciente de que en su hábitat todo está sometido a la “ley de entropía”, todo decae y por lo tanto constantemente hay que rehacer, Juan Benítez en su permanente búsqueda del equilibrio, propone en su obra una coherente conexión entre las formas rígidas creadas por el hombre, y las línea orgánicas de la naturaleza. En ambos ámbitos, el color es el común denominador que le lleva a quien contempla el cuadro, a una interpretación cargada de sensibilidad y dotada de racionalidad.
Pero su mensaje lo transmite más allá del lienzo y del lenguaje escrito. La palabra sincera y honesta, son una oportunidad en un encuentro con Juan, para conectar con su espíritu creador que al igual que en sus cuadros tiene el don de alterar el tiempo transcurrido.

Pilar Bernabeu
Galerista de arte
Revista Galería Antiqvaria
Nº259-año XXV

Contrastes

Siempre se ha considerado que la relación entre el hombre y la naturaleza ha sido una fuente constante de conflictos. Pero también ha habido una interrelación que ha dado como resultado un complemento entre la acción de ambos. Esto es lo que ha querido captar el pintor andaluz Juan Benítez en sus últimos trabajos, en donde podemos ver una obra de gran calidad y originalidad plástica. Sus trabajos son una combinación de fórmulas abstractas con otras figurativas, representando las primeras la acción del hombre, mientras que las segundas es la naturaleza. Para ello muestra unos trabajos sencillos, realizados con un exquisito cuidado, procurando siempre que haya elementos naturales, como árboles u otros elementos vegetales, junto con otros artificiales, como construcciones. El resultado es bastante armónico, pues combina muy bien los diferentes motivos, aparte introduce el color, el cual se halla presentado de una manera suave, sin estridencias, acentuando todo aquello que le llama la atención. En su última exposición en la Galería Catarsis, Juan Benítez exhibe unos traajos pletóricos de originalidad, en donde línea, color espacio y organización se dan la mano para acentuar un sentido de planificación dentro de los elementos, todo ello presentado dentro de una obra muy pensada, en donde la simbología se halla presente, dando como resultado una combinación entre lo espontáneo, con aquello que se encuentra muy elaborado mentalmente.

Alvaro García
Crítico de arte
Gabinete de prensa
Galería catarsis
03 Abr.07.- El pintor Juan Benítez vuelve a Catarsis con una selección de obras muy particular, que estará expuesta en la galería del 12 de abril al 03 de mayo de 2007. Sus pinturas giran en torno a un mundo metafórico que aborda el paso de las estaciones, la evolución individual y colectiva del ser humano, y las analogías entre ambas.
Nos encontramos con una temática predominantemente paisajística; se nos presentan unos paisajes oníricos, algo surrealistas, iluminados por colores fríos y una luz irreal que se proyecta fuera del cuadro. En estos paisajes, algo inquietantes, la naturaleza,representada sobre todo por la figura del árbol, se funde en mayor o menor grado con estructuras geométricas, que simbolizan el paso del ser humano. A veces ambos elementos se simplifican tanto que el gran cubo y la naturaleza se desenfocan y la frontera entre ambas desaparece.
Las reflexiones personales de Juan Benítez están muy presentesen sus cuadros y sus escritos, actividad que complementa su obra pictórica y que ilustra el modo de trabajar de este artista. En esta serie , él toma conciencia de cómo a lo largo de la historia, el hombre ha manipulado todo lo que ha encontrado a su alrededor. Esta precupación se traduce en sus pinturtas; mientras que en unas obras la estructura cúbica (la caja, la esquematizada vivienda del hombre) es solamente insinuada con sombras sobre el plano, ocupado por los elementos de la naturaleza, en otras ésta se funde con el árbol expresando la metáfora a la perfección.
El árbol, motivo principal que utiliza como símbolo de la naturaleza en su estado más primitivo, contiene una carga expresiva muy fuerte y aparece con hojas, sin ellas, o en plena floración. Se distinguen también diferentes especies, algo que posee un significado simbólico.
La historia del arte ha sido testigo desde hace ya varios siglos de una utilización romántica del paisaje en la pintura como expresión de los sentimientos. Benítez eleva esto a la máxima potencia dándole a la cuestión un carácter contemporáneo, que pasa por la expresión de su preocupación por cómo irrumpimos en lanaturaleza y por un estilo característico, que roza en algunas obras la abstracción y que nos recuerda al mundo de los sueños y de las imágenes mentales.

El paisaje subjetivo

En el corazón de Madrid, en pleno barrio de las Letras, se ubica la Galería Catarsis, que desde el año 1992, viene apostando, sin descanso, por el arte más joven e innovador, sin centrarse en ninguna disciplina en concreto pero interesándose ampliamente por aquellas propuestas que contienen un toque contemporáneo. La procedencia de sus artistas es muy variada; éstos provienen de diferentes países, aunque predominan los españoles , como es natural por su ubicación, y japoneses, por el vínculo de este centro con un grupo bastante amplio de artistas de este país.
Juan Benítez inaugura la primavera en Catarsis con una exposición de pintura que reflexiona en torno a unos paisajes tratados desde un punto de vista muy actual. La muestra, se podrá contemplar en la sala madrileña desde el 12 de abril al 03 de mayo.
Juan Benítez, artista malagueño, vive en el campo, en contacto con la naturaleza, lo que le da forma a su visión personal y a su manera de retratar el paisaje y de expresar las cuestiones que le preocupan. Los paisajes que presenta no pretenden transmitir ningún sentimiento religioso ni de grandiosidad de la naturaleza, sino que poseen una escala humana porque han sido manipulados directa o indirectamente; son unos paisajes realizados por alguien que habita en una época en la que los mapas que se estudiaban en la escuela han sido ya superados por las imágenes tomadas por satélite; alguien que, como nosotros, está acostumbrado a observar la naturaleza desde la ventana de una casa o un coche, que sabe que es muy difícil observar un paisaje natural que no haya sido corrompido por cables de la luz, carreteras u otras construcciones. En estas imágenes se ha superado el concepto tradicional de pintura de paisaje, y la preocupación del autor no reside ya en salir a pintar al aire libre, ni en captar los elementos intangibles de la naturaleza. El rasgo que nos atrae a la vez que nos inquieta, es que la mente que ha concebido estas obras conoce todos estos factores, igual que los espectadores, porque de otra manera no existiría esta exposición.
Pero el hecho de que tanto naturaleza como nuestra manera de mirarla (y de retratarla) hayan sido perturbadas por nuestra propia evolución, está plasmado en las obras de Juan Benítez de una manera muy particular. El artista se sirve de unos rasgos altamente simbólicos y de un lenguaje muy poético para transmitirnos todo esto, y presenta a la naturaleza muy esquematizada en sus motivos más representativos: el árbol, el color verde... y al elemento planificado, ordenado, impregnado del carácter humano, como estructuras geométricas de pálidos colores que nos podrían recordar a viviendas, llevadas a su simplificación más extrema.
De la mano de estos elementos, entramos en el mundo de las reflexiones de Benítez, que presenta escenas iluminadas con tonos fríos que recuerdan al mundo de los sueños, en el que el paisaje natural está siempre impregando de emociones humanas. Además del color, el pintor se sirve de diversos elementos simbólicos para introducirnos en este mundo emocional; el árbol aparece deshojado para simbolizar la llegada de la vejez, y se funde con una enorme caja blanquecina, estructura que pone de manifiesto que el ser humano, con sus acciones, le roba espacio a la naturaleza. En otra obra, el olivo y el almendro aparecen juntos y aislados, adueñándose del gran cubo blanco que amenaza con acabar con su hegemonía vital y su libertad. Asimismo, hay algunos lienzos en los que las referencias a la realidad son casi inexistentes, y simplemente una superficie verde lucha para que una maraña de elementos geométricos blancos no la absorba.
Este artista, que ya expuso en Catarsis en el año 2000, acompaña sus pinturas con unos escritos que podríamos considerar como la teorización de su obra, y que arrojan luz sobre la concepción que el artista tiene de la misma. Pero esta luz es siempre una luz con expresión propia, emocional y onírica.

Patricia Rodríguez Héctor
Historiadora de arte


HUMA-UNIDADES

Invitación "Exposición 2000"
No sería correcta esta introducción a la obra del autor Juan Benítez, que albergamos en estos días en nuestro espacio, sin comenzar con algunos extractos de sus propios escritos, pues aunque poco habitual, esta faceta de su trabajo nos da pistas fidedignas de sus intenciones y nos pone en el camino adecuado de su apreciación.
Así, se refiere al valor artístico como aquél que conjuga pensamiento y subjetividad creadora, y dice: "El objeto, en arte, carece de sentido si sujeto, aún cobrando propia identidad. Ya sabemos que las ideas pueden materializarse visualmente, de ahí el valor de las artes plásticas, pero éstas no son las ideas en sí, sino la proyección de ellas". Asimismo enfatiza en que "el concepto debe entenderse como parte del sujeto y del objeto", absteniéndose de interpretar la obra, esto es, el objeto , como ente autónomo desligado del pulso psicológico y aferrado al análisis estético como punto de convalidación artística.
Dicho esto, también podría decirse que el arte plástico ocupa con preciso lugar la incapacidad de la palabra y reencarna la mítica de la exitencia, así la obra de Juan Benítez viene a recopilar los conceptos psicológicos que le preocupan, adentrándose en la subjetividad que provoca el contacto con lo aprehendido, de ahí toda esta serie que pone a flor de piel motivos universales tocados por el matiz del sujeto que observa.
Así que, el concepto puro, proveniente del análisis, cognoscitado y lógico, en la obra de Benítez pasa directamente a la sensación para volver a convertirse en plataforma e inicio de nuevas místicas existenciales y por tanto portadoras de nuevas inflexiones artísticas.
Lo demás sea la propia obra la que el obserador enjuicie y disfrute.
Alfonso González-Calero
Director Galería Catarsis, Madrid

Fin de siglo "Momentos"

Si los cuadros son espejos que reflejan el universo interior de un artista, el pintor Juan Benítez ha decidido mostrarnos en esta exposición su personal visión del desnudo. O mejor dicho, nos desnuda los entresijos del eterno femenino a través de sus telas.
Mas sus desnudos son misterio -como misteriosa es el alma femenina-, y entre las luces y sombras que con apretado trazo nos insinúa el pincel, se intuyen miradas ora confusas, ora crípticas, ora desafiantes, un variado poliedro de múltiples visiones, un espejo infinito y siempre inacabado.
Tal vez por eso, Juan Benítez no busque la perfección del detalle, el hiperrealismo de la forma, la consumación del milímetro. Ante el inseguro flujo y reflujo del cosmos femenino, el pintor prefiere la insinación, el atisbo, la duda, la sugerencia, la fugacidad difuminada del perpetuo fluir. Sus lineas se contornean, el intimismo configura el ambiente; sus juegos de claros y sombras iluminan el universo de bancos, grises y negros que desnudan con tacto la parte oscura de la mujer, y de ese lado femenino que todo ser humano lleva dentro.
Por es el sexo no es provocativo en su pincel, sino un ojo cerrado que ya es una mirada sin querer. Y en este espejo de miradas que se entrecruzan, vemos el narcisismo deleitándose, la timidez provocadora, la inseguridad retando para afirmarse...El flujo y reflujo de la marea, la luna del alma, el ir y venir del eterno femenino, yin y yang, el drama universal del misterio humano.
Ángel Alcalá
Escritor, periodista y chamán.